Las cualidades de quienes nos visitan

Las cualidades de quienes nos visitan

Una reflexión de William James, filósofo y psicólogo del siglo XIX – XX, dice que somos como islas en el mar, separadas en la superficie pero conectadas en lo profundo. Y es que, aún cuando el mapa farmacéutico marca las distancias, las peculiaridades de cada oficina y las “batallas” de mostrador, nos acerca más de lo que creemos pese a la separación. Otro académico, Víctor Hugo manifiesta: “La fuerza más fuerte de todas es un corazón inocente”. Cuánto de inocentes seremos al lidiar cada día con representantes de diversos atributos.

El confiable. Hacer actos de fe en botica, tanto que llega a ser, en ocasiones, uno de nuestros pilares, y se convierte en otro nexo más de unión en nuestro gremio. Creer cuando nos dicen: “es que en la de al lado me la dan”; “allí no me exigen receta”; “pues es que en mi país sí existe”, “me aseguraron que esto se conseguía en farmacia”, “en la otra se puede entrar sin mascarilla”, “y aquí, ¿no hay descuento?¿Ni para los jubilados?”.

La amenaza. Otro fuerte que, en casos excepcionales, desearíamos tener a Aladino muy cerca. Quién no ha oído alguna vez eso de: “no te preocupes, que dejo muchas farmacias atrás, me puedo ir a la de al lado”… O como aquel extranjero que entró pidiendo un frasco de anfetaminas como quien busca una bolsita de caramelos y al no quedar satisfecho por la negativa de dispensa, pregunta cuál es la farmacia especializada en venta libre de marihuana porque en el centro de España sabe que están legalizadas ambas; así que, terminó su discurso con un “o me las das o te denuncio”.

La paciencia. La rebotica, en ocasiones, se convierte en gabinetes piratas de psicología donde unos cuentan sus secretos y devenires (… creo que está un poco embarazada, ¿me dejas algo para comprobarlo?), otros sus retos y azañas (… al fin lo conseguí con el Reflex®, rocío un poco del spray por los filos y el perro no muerde la esquinas de los muebles) y otros, comparten misterios que quieren que la farmacia resuelva con lupa y “cacharrería de botica” (… aquí están los pelos. Averigua a quién pertenecen. Te los dejo en el pañuelo de mi marido. Míralos bien con la lupa y los examinas con los cacharritos y potingues del laboratorio).

El impasible. Trabajos de autodominio constante para controlar cualquier expresión que pueda ser mal interpretada por nuestro emisor, clasificando la plática por “ligas”. En Primera, se juega el que alarmado se enfada porque no distingue quién le atiende: “¡A quién se le ocurre trabajar en el mismo lugar y venir vestidos iguales!. (Respuesta: Señor, trabajamos uniformadas); o las que pasan la Selección con el destape pectoral femenino en busca de algún remedio que esté a nuestro alcance. Pero, que un caballero no sólo quiera enseñar sus zonas más indecorosas, sino que solicite que se las midamos para dar acierto con la talla del suspensorio que le pautaron, para eso… habría que federarse.

En fin, como dijo Rousseau: “la paciencia es amarga, pero su fruto es dulce”.

 

 

 

 

 

 

 

   Julia Machado, Titular en Lomo Magullo